En algunos países funciona -en el Poder Legislativo o en el Poder Ejecutivo- una comisión del futuro o grupo de estudio de prospectiva, formada por personas que se encargan de hacer un análisis objetivo de la realidad para buscar soluciones efectivas a los desafíos del futuro.

El rol de la educación para el progreso de la sociedad, el modelo de Estado social activo, el cambio climático y la energía, la nanotecnología, los desafíos globales de la producción de alimentos, la exclusión, el envejecimiento de la población y la identificación por radiofrecuencia (RFID) son temas tan distintos como importantes, para citar algunos de los ya tratados por la Comisión del Futuro del Parlamento de Finlandia, que funciona desde 1993.
Hablar de estos asuntos no es ciencia ficción en el mundo; es ponerse de acuerdo con qué futuro queremos para nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.
En la Argentina, es imperativo reconocer al otro y destrabar la desconfianza que existe entre los sectores, a fin de aprovechar las ventajas competitivas que tiene el país para ser clave en la región.
Empezar por gestar acuerdos básicos, parciales, pero puntos en común, que permitan desplegar un proyecto compartido de Nación.
La democracia tiene que ser una herramienta dinámica para generar cambios; no puede aceptar pasivamente lo que sucede a su alrededor.
En este sentido, el futuro se construye, igual que los acuerdos. Intentos hubo. Podemos señalar experiencias, como la Mesa del Diálogo, el documento Pensando la Argentina del Bicentenario, de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), o la tarea de la Red de Acción Política (RAP), a la que pertenezco.
Trascender es ocuparse del bien común. Mucha gente aprendió esto después de la crisis de 2001. Una visión en común evita que tengamos ataques de pánico sobre el porvenir, que nos lleven a la violencia y a la incertidumbre en el presente.
Un país viable nos exige madurez, apertura y sacrificio a los políticos, los empresarios, los representantes de los trabajadores y a los dirigentes sociales y religiosos. El egoísmo hace que todos pierdan.
El politicólogo italiano Norberto Bobbio consideró que el orden democrático es aquel sistema de convivencia entre quienes son diferentes que, más allá del plano moral, permite a esos que son diferentes, vivir juntos sin violencia y transmitir el poder último, que es el de tomar las decisiones colectivas obligatorias, de manera pacífica.
Tenemos que observar el largo plazo sistemáticamente para identificar las tecnologías emergentes que produzcan los mayores beneficios económicos y sociales, como lo hace España con la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva y el Programa Ingenio 2010 sobre investigación y desarrollo. Hay que mirar la guía positiva de Finlandia, Estados Unidos, Corea del Sur y, más cerca, a Chile y a Brasil.
La sustentabilidad de un proyecto compartido de país regenera el poder del Estado e incide positivamente sobre la gobernabilidad.
Es más, la actitud proactiva hacia la solidaridad hará posible que se pueda pensar pacíficamente en un horizonte de diez años, lo que favorecerá la inversión, el empleo, la seguridad, la salud y la educación.
El aplanamiento del mundo, fruto de la globalización, ha puesto al conocimiento en el peldaño más alto de los valores económicos.
En este sentido, la educación del pueblo es la inversión más importante que tiene que hacer el Estado para el crecimiento y para la inclusión social, porque las políticas de inclusión son políticas de inversión.
El Banco Interamericano de Desarrollo sostuvo, en un estudio científico reciente, que las políticas de inclusión no producirán únicamente beneficios de corto plazo, sino también resultados de largo plazo, más duraderos. También, según Philip Knack y Stephen Keefer, el comportamiento cooperativo y la formación de grupos conducentes a crear capital social y confianza benefician el crecimiento económico de la sociedad.
En los umbrales del Bicentenario de la Argentina, la conformación de una comisión del futuro puede ser una instancia concreta para poner en movimiento nuestra trascendencia.
Alguien dijo que la solución era producir, producir, producir y trabajar, trabajar, trabajar; nosotros tenemos que agregarle: con una visión común sobre el futuro.
Roberto Reale
Para LA NACION
El autor es politicólogo, asesor del gobernador Daniel Scioli, director de Ciudad Política